NO ES NADA DE
TU CUERPO,
ni tu piel, ni
tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar
secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra
muerte, final de nuestro entierro.
No es tu
boca------tu boca
que es igual
que tu sexo----,
ni la reunión
exacta de tus pechos,
ni tu espalda
dulcísima y suave,
ni tu ombligo,
en que bebo.
Ni son tus
muslos duros como el día,
ni tus rodillas
de marfil al fuego,
ni tus pies
diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni
tu pelo.
No es tu
mirada---¿qué es una mirada?----
triste luz
descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de
tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras
que te deja el sueño.
Ni es tu lengua
de víbola tampoco,
flecha de
avispas en el aire ciego,
ni la humedad
caliente de tu asfixia
que sostiene tu
beso.
No es nada de
tu cuerpo,
ni una brizna,
ni un pétalo,
ni una gota, ni
un grano, ni un momento:
Es sólo este
lugar donde estuviste,
estos mis
brazos tercos.